CENTROAMÉRICA | 17-01-2019
Después de algunos días con frío, el sol se encontraba en su máximo esplendor. Mientras almorzábamos, comentábamos la visita a la Laguna Lemoa, ubicada en el departamento de Quiché, Guatemala; y hablábamos sobre lo emocionados que estábamos por visitar el centro arqueológico Q’umarkaj, pues todos queríamos conocer más sobre esta experiencia y la espiritualidad maya.
A las 2:00 p.m. iniciamos el viaje a este lugar. Desde hace algunos días, venimos conociendo sobre la cultura, la religión y la población guatemalteca; lo cal ha sido imprescindible para comprender más a esta misión asignada por Dios. Sin embargo, la actividad de hoy era diferente, pues nos adentrarnos en el conocimiento de la espiritualidad maya para conocerla a profundidad.
El viaje fue corto y los 20 minutos que demoró el camino, no se sintieron. El bus estacionó en un lugar boscoso. El sol se había ido ya y las nubes comenzaban a nublar el ambiente; todos bajamos del bus y comenzamos a caminar.
En medio del bosque, una pequeña estructura hecha de láminas y palos se divisaba. En esta se encontraban algunos de los restos del antiguo Utatlán. El guía turístico nos comentó que las excavaciones para poder seguir conociendo las ruinas se habían cancelado, ya que el terreno se había poblado de gran manera. Para nosotros, los peregrinos, era algo nuevo, ya que muchos de nuestros países no cuentan con ruinas o excavaciones arqueológicas.
El viaje continuó y llegamos a un espacio abierto, rodeado por varias “pirámides” mayas, las cuales fueron antiguos altares y lugares para realizar las ceremonias mayas. Todos nos encontrábamos emocionados y ansiosos. Nuestra voluntaria -quién forma parte de la cultura maya- nos comenzó a explicar a todos, que Q’umarkaj fue un punto de combate en los tiempos del conflicto armado interno en Guatemala; pero luego de los acuerdos de paz se declaró un lugar sagrado.
Luego de la explicación de la voluntaria, la sacerdotisa maya comenzó a explicarnos la actividad que íbamos a realizar: una ceremonia maya, la cual consistía en hablarle a Dios, en expresarle y entregarle nuestros miedos, alegrías y cualquier cosa que nuestro corazón deseara.
Para esta actividad, Belén Jurado, apoyó a la sacerdotisa en la traducción. Lo primero que hicimos en la actividad fue ponernos en las manos de Dios, agradecerle por todo lo que teníamos y le pedimos por nosotros y nuestros seres queridos. Luego se siguió con una serie de actividades, las cuales fueron realizadas en idioma K’iche.
Un momento de oración
A lo largo de la ceremonia, se pidió que oráramos por todos los peregrinos del mundo, por nuestras familias, por las vocaciones y por el lugar que nos acogerá en esta JMJ que en pocos días iniciaremos. También, se pidió por el Papa Francisco, quien será una guía en esta Jornada Mundial de la Juventud.
Al finalizar la actividad, pudimos dialogar con Belén, quien nos comentó que al igual que ella su delegación se sentía muy feliz de conocer la diversidad cultural de Guatemala; y que como ecuatorianos buscaban abrir su corazón y servirle a Dios por medio de las experiencias que estaban viviendo.
Al finalizar la actividad, todos los peregrinos pudimos conocer el centro arqueológico y aprender más sobre este lugar sagrado. Al momento de regresar al bus, pudimos compartir todo lo que este viaje nos dejó y fue así que decidimos compartirlo en esta Bitácora, que ha ido poniendo la mirada en aquello que es esencial.