Vigilancia permanente en el siglo XXI

Sofía Jerez* | GUATEMALA

Desde el primer domingo de adviento estamos invitados a estar vigilantes porque no sabemos el día ni la hora de la venida de nuestro Señor. Esta vigilancia no supone detener nuestras actividades extracurriculares que, acercándose a las festividades de fin de año pueden ser más; sino pretende que cada una de ellas tenga un significado que agrade a Dios. Esta invitación supone coherencia en nuestro camino de seguimiento de Jesús; calidad y no cantidad en el tiempo compartido con nuestras familias; hacernos solidarios con nuestros prójimos en contraposición a la espiral del consumismo; y dejando que la gratitud guie nuestra espera.  

Es posible que para algunos no resulte difícil proponerse estas acciones pero sí encontrar la manera de permanecer vigilantes en pleno siglo XXI sin desistir en la espera. ¿Cómo hacerlo? Jesús nos da la respuesta: ir contracorriente desde nuestra realidad. Es sencillo asumir un compromiso, pero difícil mantenerlo cuando nos sentimos ajenos a él y decidimos olvidarlo. Actualmente los pueblos centroamericanos han sido abatidos por diversas situaciones como la pandemia de COVID-19, tormentas, huracanes, inestabilidad política, aumento en la tasa de desempleo y desnutrición, etc. Por tanto, antes de asumir el compromiso de mantener una vigilancia genuina tenemos que:

1. Reconocer nuestra naturaleza como seres humanos. Tú, al igual que Jesús, experimentarás tentaciones que te sugerirán acercarte al mundo. No apartar un tiempo para la oración para ver maratones en un servicio de streaming o ensimismarte en las redes sociales para no compartir en familia, son solo algunos ejemplos; y tú, ¿puedes identificar aquello que te podría alejar de Dios en este tiempo de adviento? Realiza un plan de acción para combatirlo.

2. Reconocer nuestra naturaleza como seres sociales. Estando conscientes del distanciamiento social que experimentamos en el año no dejemos de buscar acompañar a quienes toda su vida lo han experimentado a causa de marginación económica, etaria, racial, etc. En tu comunidad ¿quién crees que ha sido protagonista de esta marginación? y, ¿fuera de ella? Determina cómo puedes visibilizarles y a sus necesidades también (palabras de aliento, mensajes inesperados, etc.).

3. Asumir la compañía de María. Siendo ella ejemplo de valentía y entrega, nosotros también debemos comprometernos a ofrecer cada oración, celebración, pausa, ejercicio para que sea ella quien moldee nuestro corazón y lo acerque al de Jesús. ¿Cuándo fue la última vez que te dirigiste a ella? Cuéntale cuáles son las virtudes que más admiras de ella, cuáles tienes o no, y en cuáles te gustaría mejorar para asemejarte a ella. 

Por ello, el compromiso que asumes en este tiempo de adviento, es decir de espera, no sólo será contemplativo sino dinámico, e implicará identificar cómo lo inicias (emocionado, decidido, aterrado, optimista) y cómo lo quieres terminar.

El único modo de lograrlo es proponiéndote acciones concretas y sobre todo creativas que te ayuden a que la espera dé los frutos necesarios para que al igual que el niño de Belén, tu corazón pueda nacer e iluminar a otros.

*La autora es integrante de la Comunidad Magis de Guatemala.